En fechas pasadas presidí la clausura de una nueva edición de la Escuela Taller de Restauración Juan Arnaldín, que gestiona y coordina la DPZ en colaboración del INAEM. El acto se ha celebrado en el antiguo salón de Plenos de la DPZ, y ha contado con la participación del gerente del INAEM, Jorge Escario, la directora de la Escuela Taller, Ana Cristina Blasco, y los profesores y alumnos del programa de formación.
En esta edición, la escuela Taller Juan Arnaldín ha impulsado la restauración de alrededor de 120 obras entre retablos, pinturas, documentación gráfica y mobiliario pertenecientes a numerosos municipios de la provincia de Zaragoza. Los 24 alumnos que se han formado en este programa son menores de 25 años, en su mayoría licenciados en Historia o Bellas Artes, y se han integrado en cuatro talleres: restauración de arte mueble, restauración documento gráfico, carpintería/ebanistería y mantenimiento de bienes culturales.
Quiero resaltar que “hoy, más que nunca, creemos en la gran labor que desarrollan este tipo de programas, orientados a posibilitar a los jóvenes desempleados una salida exitosa en el complicadísimo mercado laboral que ha provocado esta crisis económica”.
La Escuela Taller “cumple a la perfección un doble objetivo: la restauración del Patrimonio Cultural de la provincia de Zaragoza y la formación para la inserción laboral de los alumnos trabajadores”. Desde la DPZ estamos muy orgullosos del esfuerzo y trabajo que han realizado alumnos y profesores, y esperamos que los jóvenes, gracias a esta preparación y formación, ingresen muy pronto en el mercado laboral.
800 obras desde el año 2.000
El proyecto de Escuela Taller “Juan Arnaldín” es un programa de formación y empleo impulsado por la Diputación de Zaragoza en colaboración en el Instituto Aragonés de Empleo. Comenzó en noviembre de 2009, aunque inició la andadura en el año 2000 con la ya lejana Escuela Taller “Damián Forment”. Desde el año 2000 se han restaurado más de 800 obras en más de un centenar de localidades de la provincia de Zaragoza.
Algunas de las obras restauradas merecen una especial atención, tanto por su calidad artística como por su importancia histórica, como por ejemplo el Retablo Mayor de la iglesia parroquial de Tosos, de Blasco de Grañén (s. XV), los Estatutos de la Ciudad de Daroca de los ss. XVI-XVII o la Carta de población de Alfonso I el Batallador (s. XII) de Ejea de los Caballeros.
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